La ketamina surgió como un medicamento para anestesiar o sedar animales de gran peso, pero con el paso de los años el fin con el que se creó ha cambiado drásticamente.
Debemos nombrar a los médicos Corsen y Domino ya que fueron los primeros en usar la ketamina en una práctica clínica. Estos expertos fueron los que hicieron los estudios necesarios para conocer las medidas justas para utilizar esta sustancia como anestésico en seres humanos.
Con el paso de los años y la poca prevención que antes había en la sanidad, la ketamina llegó a manos del mercado de la droga. Los camellos y grandes comerciantes de la droga sólo sabían que al inhalarlo provocaba un estado de enarenación y fantasía que provocaba a las personas que tomaban esta droga alucinaciones y situaciones irreales.
El inconveniente clave es que en esa época pocas personas sabían los efectos de esta droga: la ketamina altera el organismo de tal manera que provoca un aumento de la presión sanguínea y fallos cognitivos, además de tener un efecto anestésico y alucinógeno. En casos extremos se puede llegar a la muerte por sobredosis.
Efectos secundarios de la ketamina
Las personas que consumen habitualmente ketamina sufren muchos efectos secundarios provocados por esta sustancia, los más comunes son: trastornos bipolares, largas y duras depresiones, deterioro de las estructuras cognitivas, pérdida de memoria, y el deterioro físico.